“La sensación de haber encontrado en Asia un campo ya arado, con semillas que están germinando”: es la imagen que María Voce, presidente de los Focolares, da del Movimiento en el continente asiático; una organización madura, lista para recoger los frutos de su trabajo. En una entrevista a “MissiOnLines”, Voce habla de su viaje, emprendido el 6 de enero, que la ha llevado a Corea del Sur, Japón, Filipinas y Tailandia; dentro de tres días viajará a Pakistán, la última etapa de su gira. La llevó a ir a Asia “el deseo de conocer a la comunidad de los Focolares en los varios países pero también la sensación de que este viaje le daba la posibilidad de recoger plenamente la herencia de Chiara Lubich. Mi presencia aquí –explica- quiere ser un apoyo para nuestra obra haciendo sentir a las personas del Movimiento que para nosotros son centrales”. En Tailandia Maria Voce participó, como primera cosa, en el cuarto Simposio Internacional Budista-Cristiano, que tuvo lugar en Chiang Mai, en el cual participaron doscientos representantes provenientes de veinte naciones del Extremo Oriente, Italia y Gran Bretaña, después, en Bangkok, el 7 y 8 de febrero, participó en el encuentro de ochocientos focolarinos de distintos países asiáticos. Este encuentro –subraya la presidente- “ha sido un evento excepcional, organizado con notables dificultades, pero todos se comprometieron porque sentían que era necesario un momento de unidad a partir del cual asumir un relanzamiento”. Del 9 al 12 de febrero la presidente se encontró con los obispos del Extremo Oriente simpatizantes del Movimiento, reunidos en Sampran para el congreso “Comunicar a Dios Amor. La nueva evangelización hoy”. Entre los mismos estaba el arzobispo de Bangkok, Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, el nuncio apostólico de Tailandia, Singapur y Camboya, el arzobispo Salvatore Pennacchio, y el obispo coadjutor de Islamabad-Rawalpindi, Rufin Anthony. Los prelados, unos treinta, profundizaron en forma especial dos ámbitos: por una parte el reto de la encíclica Caritas in veritate y la necesidad de la comunicación en la época de la globalización; por otro lado el diálogo interreligioso a la luz de Dios Amor. El viaje de María Voce prosigue, bajo el signo del compartir, del intercambio recíproco, del descubrimiento: “En Asia –cuenta- lo que te impresiona es sobre todo el sentido de lo sacro que hay en las poblaciones y que nos obliga a estar a la altura”.
Hechos, no palabras
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