El mes de agosto se quedó corto para todo lo que querían hacer… han rehabilitado casas y chozas, mejorando las condiciones de habitabilidad de muchas personas, han aprendido a hacer cemento y construir muros de adobe, a distinguir a los niños en clase, a bailar según los ritmos locales,… pero de lo que más orgullosos están es de haber compartido unas semanas con unas personas que les han hecho comprender que la alegría y la felicidad no están en el tener.
17 jóvenes de varios lugares de España y un filipino llegaron a Tanzania con mucha ilusión y maletas cargadas de material para distribuir entre todos. “Era increíble ver la felicidad de un niño porque le había tocado un lápiz marrón. Llevábamos todo lo que pudimos recoger, pero no era suficiente… las clases son de 70 niños”, cuenta Laura Sánchez.
Ya han vuelto y la vida sigue, pero cada uno tiene dentro un trozo de África, “una nueva casa, un nuevo lugar donde sentirme acogida” como dice Ana Hernando, porque “África es (…) la felicidad en todo su esplendor, la alegría en estado puro, el amor máximo”. Si quieres leer su testimonio completo, puedes.
Todos han vuelto cambiados. Ana Rubio lo expresa muy bien: “He disfrutado de la felicidad que te da el donarte; no por el mero hecho de sentirte bien al hacerlo, sino por poder disfrutar de ver la felicidad del otro”. También puedes leer su testimonio completo.
Y el de muchos otros en la página de Facebook de Asante África.